domingo, 9 de marzo de 2014

Escribir.



Escribir es la respuesta tangible de que algo se ha desestabilizado; y los pensamientos fluyen sin sentido, de manera cíclica atormentando en cada momento. Escribiendo se ordenan y estructuran y de este modo se consigue que parezcan menos caóticos. Mientras se piensan las apalabras adecuadas, estos, no se agolpan en el cerebro desorientándote, angustiándote, asfixiándote.
Cuando te sientes emocionalmente inestable pasas de 0 a 100 en segundos y no lo puedes evitar. Las cosas nimias se maximizan y las importantes menguan hasta casi desaparecer. Es una balanza que no ha adquirido el sistema internacional de medidas y se mide según la emoción o la situación que te embargue en ese momento. Las emociones son muy versátiles y por tanto desconcertantes.
No es una situación agradable no controlar tu propio cuerpo, tus emociones y pensamientos; que en verdad es lo único que te pertenece, todo lo demás es pasajero e inestable. Solo tú estarás siempre para ti.
Además las decepciones no son causadas por los demás, sino por ti mismo. Lo que nos decepciona son las expectativas y esperanzas que volcamos hacia el exterior. El hacer construcciones en nuestra mente que poco tienen que ver con la “realidad”. El que tus expectativas se choquen contra un muro te deja extenuada, insegura, dubitativa,… Hace deteriora tus creencias, hace mella en ti y en tu forma de predisposición para enfrentarte al mundo.

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