jueves, 11 de abril de 2013

Choque frontal.


Le da pavor la soledad y aún así se afano en alimentarla. En cuidarla, protegerla con uñas y dientes. El cambio no está preparado, para este momento. No gusta dar explicaciones del por qué. Continuará como siempre aunque le duela y les duela. Es un armazón forjado de cicatrices, donde la costra es dura y difícil de romper. No es lo suficiente fuerte como para desquitarse de ella. Se le adhirió en tiempos difíciles y se afana a que esos tiempos no le abandonen; les conoce y baila sin tropezar sobre ellos. Conoce el frio de sus rincones y no deja que el calor penetre demasiado. Ya que el calor puede ablandar y reblandecer la costra. Esto no debe pasar, no puede permitirse que pase. Lo que se esconde no está preparado para salir; si sale está expuesto a la muerte. Está debilitado y frágil por no recordar cómo era ese contacto con el calor. Será mejor mantenerlo oculto, aunque le duela y les duela. Suavidad, delicadeza y dulzura no son sus máximas. Evita esa fricción porque pueden producir calor. Y ya sabemos que pasa con el calor.

Es un continuo choque contra una pared irrompible. Se empotra a cada contacto. Queriendo escapar, pero sin suerte. Es un pulso entre dos fuerzas, el calor y el frio. El cambio. Aunque le duela y les duela. Es más difícil de lo que nunca pensó. Esperan siempre un comportamiento por su parte, si eso se modifica, el entorno se agita. Un tira y afloja. Un constante bombardeó de por qués, los cuales no quiere ni puede contestar.


No es un estad natural, innato. Es algo aprendido, fraguado en el dolor, a golpes de martillo. Y que por tanto le será difícil desembarazarse de ello. Quizá necesite un apoyo, un empujón, un soporte. Sí, creo que será lo mejor para ese caso. Para cuando sienta desfallecer o el pulso le tiemble. Alguien que le recuerde de su lucha, de su camino andado, de las capas de las que se ha deshecho,… Una lucha interna con ayuda externa. Una aspiración personal con un fin colectivo. Todos ganan, todos participan.