viernes, 15 de marzo de 2013

Objeto.



Cógeme y úsame. Estoy a tu entera disposición. Cuando gustes, cuando plazcas. Abierta las 24 horas. He devaluado mi papel de mujer. Contigo y sin mí. Me he vendido y desprotegido. A esperas de tu llamada. Viviendo parada.

Quítale prestigio a mi desprestigio. Aprovéchate. Sírvete cuanto quieras. Sigo aquí, para ti y sin mí. Cuando gustes, cuando plazcas. Disfruta, no te cortes. Que al menos uno de los dos saque provecho de esto.

Que no te importe, si ya me dejo. No pierdas el tiempo, la salida está cerca. Consúmeme, mientras las agujas te lo permitan. Aun hay partes de mí que no has explorado. No me mires de esa forma, si se que no significa nada, simplemente actúa. Lo del teatro déjalo para otro rato, para quien le valga y le quede bonito. A mi ya no me vengas con cuentos, ambos sabemos el papel que aquí desempeñamos. Para bien o para mal es algo formado en la desigualdad. Tú siempre ganas. Yo siempre me estanco. Siempre nos reímos, cada uno desde su posición, cada uno por motivos distintos. Y de un momento nos callamos, o te callas y me callo. Porque si tú no quieres decir nada, yo no sé qué decir. Y comienza de nuevo la historia. Esa historia que tú escribes en mí, sobre mí y sin mí.

El silencio no para de hablar y a mí me va a estallar la cabeza. Por pensar, por pensarte. Porque las posiciones cambian y porque mi voz ya no se quiebra. Ahora se alza y desde este momento, la historia, la escribo YO.

domingo, 10 de marzo de 2013

Catedral.



Estaba parado. Frente a ella. Mirando fijamente. La gente andaba a su alrededor. Nada le hacía apartar la mirada de ella. En su mano derecha sujetaba un paraguas, laxo por la ausencia de lluvia, paralelo a su pierna y prolongación de su brazo.

Una nueva persona apareció en escena. Ella interpreto que era previsor, cuando lo vio por primera vez. Ambos mirando al mismo tiempo el objeto de interés, no solo de ellos sino de todos los que por allí merodeaban. Ambos con paraguas en la mano, cada uno en una mano, guardando simetría de puzle. Los dos la observaban, no importaban los movimientos perturbadores que a su alrededor alborotaban. Solo separaron los ojos del lugar de interés cuando el campo visual de uno, entro en el campo visual del otro. No dijeron nada. Se miraron, sonrieron y continuaron con sus vidas. Aferrando fuertemente el paraguas, cada uno en su respectiva mano contraria. Como si de un reflejo se tratase.

 
La edad era significativa. Ninguno se había visto antes y ambos descargaron adrenalina al mirarse. Y tiraban de ese pensamiento al separarse. Cada uno por su calle, llevando con ellos un hilo imaginario, q salía del lugar de encuentro y les acompañaría siempre. Ninguno volvería a verse. Pero ambos sintieron conexión. Hay uniones, que aun fugaces valen y perduran en la eternidad del tiempo.