jueves, 16 de octubre de 2014

No te muevas nunca.


Has sido espectadora de mis idas y venidas, de mis más disparatadas locuras y has aventado las tormentas más salvajes. Eres el público de mi vida, siempre con la mochila a cuestas buscando el lugar donde acampar; ese sitio donde las estrellas se vean incluso antes de mirar al cielo, por su resplandor, por su cercanía. Has presenciado mis más grandes aventuras y has participado en el inventar de estas historias. Consigues reducir distancias y acercarme a esos sitios en los que un poco de mi está escondido, donde viven mis recuerdos y mi alma toma fuerzas para avanzar.
No te muevas nunca de donde te construyeron, se que es un lugar seguro, mi lugar. Acudiré a ti cuando esté perdida, en busca de otro tren al que me pueda subir para volver a empezar, para volver a andar, para volver a vivir, en busca de la felicidad.

domingo, 9 de marzo de 2014

¿Jugamos?



Quizá quiero ocupar en el juego tu vida una posición que ni siquiera existe en tu tablero. Y eso me lleva a jugar fuera de la partida y estoy perdida, sin límites, desbordada. Busco la manera de subirme de nuevo al tablero pero me resbalo con el bordillo y vuelvo a caer. Me tiendes la mano pero me dejas sobre un fino hilo y a la mínima vuelvo a precipitarme. Y cada vez que caigo me acerco a mi tablero, el cual entiendo y del que conozco todas sus fichas y normas, y juego sola. Y cada vez me cuesta más acercarme al tuyo… espero en la distancia que seas tú el que tiendas una escalera y vengas a buscarme. Y no me des como ayuda un fino hilo, sino un puente de maderas rígidas y resistentes. Que ambos unamos nuestros tableros y mostremos todas las reglas y fichas, y los atajos para que cuando nos caigamos, podamos volver a levantarnos y entrar en el ring para continuar con la partida de dos.
No me mandes un mensaje de que puedo volver a intentar subir al tablero, ven y llévame a él. No me preguntes si quiero que vengas a buscarme para volver al juego, ven, cógeme y llévame. 

Y evita que juege sola, porque de esta manera tendré más tiempo para crear cárceles, trámpas que cuando te quieras acercar te atraparán y me harán distanciarme.

Pasa sin llamar.



No piques a la puerta ni pidas permiso para entrar, entra sin llamar, cuando y como te apetezca. Si hay cola, cuélate, sabes de sobra que eres el primero que quiero que pase, lo demás puede esperar. Si te pregunto por qué has entrado sin llamar, no me hagas caso, lo estaba deseando, ansiosa de que el pomo se girase y apareciese tu silueta, simplemente me estaba haciendo la dura para no mostrar todas mis cartas. Sin embargo la cola a tu puerta me desquicia, siempre hay gente, siempre hay ruido. Si me cuelo se arma parda, así que ahí estoy, en el pasillo, esperando, como una más.
No hay una relación equitativa y si me frustro puedo echarte en cara los minutos que me tocó esperar, siempre detrás de la puerta, sin llamar. Con la incertidumbre de quien estará dentro, y por qué delante de mí. Yo preocupada y angustiada en el pasillo, sin noticias del interior; y tú en la habitación sabiéndolo todo, lo que pasa dentro y lo que pasa fuera. Con todo bajo control y con la llave para abrir y cerrar la puerta del pasillo, dejar que entre luz o sumirlo en la oscuridad.

Escribir.



Escribir es la respuesta tangible de que algo se ha desestabilizado; y los pensamientos fluyen sin sentido, de manera cíclica atormentando en cada momento. Escribiendo se ordenan y estructuran y de este modo se consigue que parezcan menos caóticos. Mientras se piensan las apalabras adecuadas, estos, no se agolpan en el cerebro desorientándote, angustiándote, asfixiándote.
Cuando te sientes emocionalmente inestable pasas de 0 a 100 en segundos y no lo puedes evitar. Las cosas nimias se maximizan y las importantes menguan hasta casi desaparecer. Es una balanza que no ha adquirido el sistema internacional de medidas y se mide según la emoción o la situación que te embargue en ese momento. Las emociones son muy versátiles y por tanto desconcertantes.
No es una situación agradable no controlar tu propio cuerpo, tus emociones y pensamientos; que en verdad es lo único que te pertenece, todo lo demás es pasajero e inestable. Solo tú estarás siempre para ti.
Además las decepciones no son causadas por los demás, sino por ti mismo. Lo que nos decepciona son las expectativas y esperanzas que volcamos hacia el exterior. El hacer construcciones en nuestra mente que poco tienen que ver con la “realidad”. El que tus expectativas se choquen contra un muro te deja extenuada, insegura, dubitativa,… Hace deteriora tus creencias, hace mella en ti y en tu forma de predisposición para enfrentarte al mundo.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Ana Frank.

"Ana Frank escribio en su diario, "Nuestras faltas ignoramos, las del prójimo aumentamos." Sin darnos cuenta, nos hemos vuelto indiferentes, ya nada nos asombra, nada nos conmueve. Nos ha envuelto un egoismo colectivo, y lo peor de todo es, no saber reconocerlo. Quizas para ti sea mas facil señalar culpables, pero al final del dia, si no eres parte de la solucion eres parte del problema."

viernes, 1 de noviembre de 2013

Están en mi.



Ha llegado el día. En la comida, mientras los cuatro comíamos mi madre ha hecho la pregunta, "¿vamos mañana a ver a los abuelos?". Todos sabíamos a qué se refería así que nos hemos limitado a asentir y hemos continuado comiendo, en silencio, con el murmullo de la tele de fondo.
Luego he estado pensando que esa frase está mal formulada, mañana no voy a verles porque no soy capaz de atravesar la tierra con los ojos, además de que no necesito salir de casa para encontrármelos porque ellos están en mí. No necesito moverme de donde estoy porque ellos están siempre conmigo. Llevarles flores no hará que me sienta más cerca de ellos. Y no, no creo en la reencarnación... aún que me pese, por que el mundo necesita más gente buena como vosotros. Sé que su cuerpo inerte desaparecerá, pero siempre seguirán vivos dentro de mí, en mis recuerdos, en mi forma de vivir; y esa es la mejor muestra de afecto que se me ocurre.

martes, 29 de octubre de 2013

Antojo de café.

Por qué no mostrar mi vida como un caos, si lo es. Las agendas están para apuntar los planes, más tarde perderlas e improvisar. El ir cerrando fechas y abrir la agenda en búsqueda de un hueco para tomar el café que en ese momento tanto te apetece, es una tontería. Ese día que apuntaste llegarás y el café ya estará frio; o tu acompañante le habrá echado azúcar, pensado que así te ahorraría tiempo, cuando en realidad se te antojase amargo en esa ocasión, para sentirte más viva y no dejarte engañar por el falso dulzor de las películas americanas con final feliz. Pensaré que no me conoces como yo creía, porque no has sabido esperar a dejarme decidir si lo quería con dos cucharadas de azúcar, con sacarina o sin nada. Y es muy posible que ese día se me antoje amargo solo por llevarte la contraria, cuando bien sabes que me gusta con dos incluso con tres cucharadas de azúcar bien cargadas.

Hoy por la mañana decidí revolver el montón de la ropa que está apilada en mi silla de escritorio (el cual ya casi no uso porque he descubierto que es más divertido leer arropada por el nórdico, o acurrucada junto al radiador), me apetecía ponerme las medias de lunares y no los aburridos vaqueros que elegí anoche cuando lo veía todos oscuro porque estaba enfurruñada con la vida. Hoy aprovechando que llueve y como compañero de mis medias me voy a calzar el chubasquero amarillo, para que se me vea venir. No me quiero esconder, es mejor que sepan por donde me muevo y así no haya sorpresas. Voy a saltar por los charcos y me voy a mojar. No solo mojar, me voy a ensuciar, que para algo se inventó la lavadora, el gel y ese suavizante que me recuerda tanto a ti. Después preveo una ducha larga, sin acordarme ni un momento de la factura de agua que llegará a fin de mes, un día es un día; o quizá luego no me apetezca, qué se yo.