lunes, 13 de junio de 2011

¿Por qué la gente ha podido morir tan joven?



Era inaudito. Era tarde. Tarde para volver a vivir. Volver a vivir con la cohesión que hay entre la mente de un niño y su cuerpo. Habían muerto. Los habían matado. Por descifrar el por qué de todas las cosas de este infrahumano mundo. Eran niños fuera de lo normal. De lo normal para ti y para mi, de lo mediocre de esta sociedad.
Les habían matado aquellos que preferían vivir en la ignorancia. Levantándose cada mañana con ganas de aprender. De buscar respuesta a preguntas que rondan sus cabezas de medios pensadores.
Por eso les habían matado. Su mera presencia les daba miedo. Les producía un profundo sentimiento de celos.
Les habían matado de forma rápida y eficaz. Tampoco se regocijaban en el dolor. No querían que sufriesen. Para calmar la disonancia que les producía el hecho de sentirse personas buenas, personas honradas, con el matar, matar a alguien inocente, habían decidido enterrarles. Con cutres lápidas, alrededor de la carretera donde les arrancaron la vida.
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