"Ana Frank escribio en su diario, "Nuestras faltas ignoramos, las del prójimo aumentamos." Sin darnos cuenta, nos hemos vuelto indiferentes, ya nada nos asombra, nada nos conmueve. Nos ha envuelto un egoismo colectivo, y lo peor de todo es, no saber reconocerlo. Quizas para ti sea mas facil señalar culpables, pero al final del dia, si no eres parte de la solucion eres parte del problema."
sábado, 16 de noviembre de 2013
viernes, 1 de noviembre de 2013
Están en mi.
Ha llegado el día. En la comida,
mientras los cuatro comíamos mi madre ha hecho la pregunta, "¿vamos mañana
a ver a los abuelos?". Todos sabíamos a qué se refería así que nos
hemos limitado a asentir y hemos continuado comiendo, en silencio, con el murmullo
de la tele de fondo.
Luego he estado pensando que esa
frase está mal formulada, mañana no voy a verles porque no soy capaz de
atravesar la tierra con los ojos, además de que no necesito salir de casa para encontrármelos
porque ellos están en mí. No necesito moverme de donde estoy porque ellos están
siempre conmigo. Llevarles flores no hará que me sienta más cerca de ellos. Y
no, no creo en la reencarnación... aún que me pese, por que el mundo necesita más gente buena como vosotros. Sé que su cuerpo inerte desaparecerá, pero
siempre seguirán vivos dentro de mí, en mis recuerdos, en mi forma de vivir; y
esa es la mejor muestra de afecto que se me ocurre.
martes, 29 de octubre de 2013
Antojo de café.
Por qué no mostrar mi vida como un caos, si lo es.
Las agendas están para apuntar los planes, más tarde perderlas e
improvisar. El ir cerrando fechas y abrir la agenda en búsqueda de un
hueco para tomar el café que en ese momento tanto te apetece, es una
tontería. Ese día que apuntaste llegarás y el café ya estará frio; o tu
acompañante le habrá echado azúcar, pensado que así te ahorraría tiempo,
cuando en realidad se te antojase amargo en esa ocasión, para sentirte
más viva y no dejarte engañar por el falso dulzor de las películas
americanas con final feliz. Pensaré que no me conoces como yo creía,
porque no has sabido esperar a dejarme decidir si lo quería con dos
cucharadas de azúcar, con sacarina o sin nada. Y es muy posible que ese
día se me antoje amargo solo por llevarte la contraria, cuando bien
sabes que me gusta con dos incluso con tres cucharadas de azúcar bien
cargadas.
Hoy por la mañana decidí revolver el montón de la ropa que está apilada
en mi silla de escritorio (el cual ya casi no uso porque he descubierto
que es más divertido leer arropada por el nórdico, o acurrucada junto al
radiador), me apetecía ponerme las medias de lunares y no los aburridos
vaqueros que elegí anoche cuando lo veía todos oscuro porque estaba
enfurruñada con la vida. Hoy aprovechando que llueve y como compañero de
mis medias me voy a calzar el chubasquero amarillo, para que se me vea
venir. No me quiero esconder, es mejor que sepan por donde me muevo y
así no haya sorpresas. Voy a saltar por los charcos y me voy a mojar. No
solo mojar, me voy a ensuciar, que para algo se inventó la lavadora, el
gel y ese suavizante que me recuerda tanto a ti. Después preveo una
ducha larga, sin acordarme ni un momento de la factura de agua que
llegará a fin de mes, un día es un día; o quizá luego no me apetezca,
qué se yo.
miércoles, 14 de agosto de 2013
Mí rincón.
Hay lugares que me gustan, pero pocos son los que me atrapan. Si alguna
vez me enamoro, lo haré de un lugar como este. Las luces del atardecer hacen
únicas las fotografías, y esa luz me recarga las pilas. El reflejo de tus ojos en el mar, no puede ser
captado, ya que aún no han inventado una máquina capaz de reflejar
fidedignamente ese resplandor; no se de qué depende más, del color del agua, del de tus ojos, de la incidencia de los rayos del sol o de lo idolatrado que tengo esté rincon del mundo. El no poder capturar este momento, me obliga, no a regañadientes, a seguir aquí toda la vida, junto a ti,
para no olvidar ese viso.
Me gusta la mezcla entre el marrón de la arena y el
verde de las copas de los árboles, es una gama que me cautiva tanto que no pienso
renunciar a ella. De ahí que mi época favorita del año sea el otoño, cuando las hojas caen y los suelos se cubren de un manto de hojarasca que te protege de moratones al caer. Es ese tiempo en el que hace demasiado calor como para ponerte gorro, pero hace el suficiente frio como para taparte la nariz con una bufanda. Es el momento perfecto para salir al porche de madera con mi jersey de punto verde pistacho y mi pañuelo verde oscuro, con un roibos dulce tentación, y sentir como se me calienta la nariz y se me empañan las gafas, mientras tu me abrazas entre tus piernas en ese enome balancín que tu padre construyó para nosotras.
El sonido
es otra de esas cosas que más me deleitan de este lugar. No existe el silencio, no
da pie a la soledad. Escúchese el vaivén de las olas, el romper de los rios en las cascadas, el piar de los pájaros o
el zumbido de los insectos. He olvidado en parte, y añoro, el sonido alborotao del trasiego de la gente una tarde por la Plaza Mayor. Ese trasiego siempre estará ahí y será el eco de muchos. Aquí el runrún que la naturaleza compone, es menos compartido y más nuestro. Quiero que te teletrasportes y lo sientas, como lo
siento yo.
jueves, 11 de abril de 2013
Choque frontal.
Le da
pavor la soledad y aún así se afano en alimentarla. En cuidarla, protegerla con
uñas y dientes. El cambio no está preparado, para este momento. No gusta dar
explicaciones del por qué. Continuará como siempre aunque le duela y les duela.
Es un armazón forjado de cicatrices, donde la costra es dura y difícil de
romper. No es lo suficiente fuerte como para desquitarse de ella. Se le adhirió
en tiempos difíciles y se afana a que esos tiempos no le abandonen; les conoce
y baila sin tropezar sobre ellos. Conoce el frio de sus rincones y no deja que
el calor penetre demasiado. Ya que el calor puede ablandar y reblandecer la
costra. Esto no debe pasar, no puede permitirse que pase. Lo que se esconde no
está preparado para salir; si sale está expuesto a la muerte. Está debilitado y
frágil por no recordar cómo era ese contacto con el calor. Será mejor
mantenerlo oculto, aunque le duela y les duela. Suavidad, delicadeza y dulzura
no son sus máximas. Evita esa fricción porque pueden producir calor. Y ya
sabemos que pasa con el calor.
Es un continuo choque contra una pared irrompible. Se empotra a cada contacto. Queriendo escapar, pero sin suerte. Es un pulso entre dos fuerzas, el calor y el frio. El cambio. Aunque le duela y les duela. Es más difícil de lo que nunca pensó. Esperan siempre un comportamiento por su parte, si eso se modifica, el entorno se agita. Un tira y afloja. Un constante bombardeó de por qués, los cuales no quiere ni puede contestar.
No es un estad natural, innato. Es algo aprendido, fraguado en el dolor, a golpes de martillo. Y que por tanto le será difícil desembarazarse de ello. Quizá necesite un apoyo, un empujón, un soporte. Sí, creo que será lo mejor para ese caso. Para cuando sienta desfallecer o el pulso le tiemble. Alguien que le recuerde de su lucha, de su camino andado, de las capas de las que se ha deshecho,… Una lucha interna con ayuda externa. Una aspiración personal con un fin colectivo. Todos ganan, todos participan.
Es un continuo choque contra una pared irrompible. Se empotra a cada contacto. Queriendo escapar, pero sin suerte. Es un pulso entre dos fuerzas, el calor y el frio. El cambio. Aunque le duela y les duela. Es más difícil de lo que nunca pensó. Esperan siempre un comportamiento por su parte, si eso se modifica, el entorno se agita. Un tira y afloja. Un constante bombardeó de por qués, los cuales no quiere ni puede contestar.
No es un estad natural, innato. Es algo aprendido, fraguado en el dolor, a golpes de martillo. Y que por tanto le será difícil desembarazarse de ello. Quizá necesite un apoyo, un empujón, un soporte. Sí, creo que será lo mejor para ese caso. Para cuando sienta desfallecer o el pulso le tiemble. Alguien que le recuerde de su lucha, de su camino andado, de las capas de las que se ha deshecho,… Una lucha interna con ayuda externa. Una aspiración personal con un fin colectivo. Todos ganan, todos participan.
viernes, 15 de marzo de 2013
Objeto.
Cógeme y úsame. Estoy a tu entera
disposición. Cuando gustes, cuando plazcas. Abierta las 24 horas. He devaluado
mi papel de mujer. Contigo y sin mí. Me he vendido y desprotegido. A esperas de
tu llamada. Viviendo parada.
Quítale prestigio a mi desprestigio. Aprovéchate. Sírvete cuanto quieras. Sigo aquí, para ti y sin mí. Cuando gustes, cuando plazcas. Disfruta, no te cortes. Que al menos uno de los dos saque provecho de esto.
Que no te importe, si ya me dejo. No pierdas el tiempo, la salida está cerca. Consúmeme, mientras las agujas te lo permitan. Aun hay partes de mí que no has explorado. No me mires de esa forma, si se que no significa nada, simplemente actúa. Lo del teatro déjalo para otro rato, para quien le valga y le quede bonito. A mi ya no me vengas con cuentos, ambos sabemos el papel que aquí desempeñamos. Para bien o para mal es algo formado en la desigualdad. Tú siempre ganas. Yo siempre me estanco. Siempre nos reímos, cada uno desde su posición, cada uno por motivos distintos. Y de un momento nos callamos, o te callas y me callo. Porque si tú no quieres decir nada, yo no sé qué decir. Y comienza de nuevo la historia. Esa historia que tú escribes en mí, sobre mí y sin mí.
El silencio no para de hablar y a mí me va a estallar la cabeza. Por pensar, por pensarte. Porque las posiciones cambian y porque mi voz ya no se quiebra. Ahora se alza y desde este momento, la historia, la escribo YO.
domingo, 10 de marzo de 2013
Catedral.
Estaba parado.
Frente a ella. Mirando fijamente. La gente andaba a su alrededor. Nada le hacía
apartar la mirada de ella. En su mano derecha sujetaba un paraguas, laxo por la
ausencia de lluvia, paralelo a su pierna y prolongación de su brazo.
Una nueva
persona apareció en escena. Ella interpreto que era previsor, cuando lo vio por
primera vez. Ambos mirando al mismo tiempo el objeto de interés, no solo de
ellos sino de todos los que por allí merodeaban. Ambos con paraguas en la mano,
cada uno en una mano, guardando simetría de puzle. Los dos la observaban, no
importaban los movimientos perturbadores que a su alrededor alborotaban. Solo
separaron los ojos del lugar de interés cuando el campo visual de uno, entro en
el campo visual del otro. No dijeron nada. Se miraron, sonrieron y continuaron
con sus vidas. Aferrando fuertemente el paraguas, cada uno en su respectiva
mano contraria. Como si de un reflejo se tratase.
La edad era significativa. Ninguno se había visto antes y ambos descargaron
adrenalina al mirarse. Y tiraban de ese pensamiento al separarse. Cada uno por
su calle, llevando con ellos un hilo imaginario, q salía del lugar de encuentro
y les acompañaría siempre. Ninguno volvería a verse. Pero ambos sintieron conexión.
Hay uniones, que aun fugaces valen y perduran en la eternidad del tiempo.
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