Cuando los
tormentos se apoderan de tu mente, lo mejor es ahogarlos. Ahogarlos entre agua
caliente y espuma. El agua caliente desinfecta y la espuma lava. Sumerge tu
cuerpo lo más posible, estira tus músculos. Baja la luz y pon música relajante.
Cierra tus ojos. Concéntrate en el sonido de las pompas al explotar, y en como
acarician tu piel al hacerlo. Te recomiendo que te metas en la bañera cuando
aún se está llenado. Notaras como el agua va ganando terreno, va mojándote entera.
Hasta que solo tu nariz quede por encima del nivel del agua, que incluso las
pompas de jabón te hagan cosquillas en la punta.
Relájate.
Tienes todo el tiempo del mundo. Descansa. Desconecta. Concéntrate en la
melodía. Notarás que todo tu cuerpo se calma. Entrarás en trance, en
duermevela. Disfruta de esta parte, es la mejor. Tus tormentos comenzarán a
salir por tus poros y nadarán a tu alrededor. Pero tu piel se ha hecho
impermeable y ya no podrán entrar.
Enciende
el grifo, pon el agua fría. Es tiempo de contraste. De reformulación. Hay que
despertarse. Quita el tapón y deja que el agua caliente, junto con tus temores
se vaya escurriendo por el desagüe. Ahora es el tiempo de agua nueva. Un chorro
de nuevas expectativas. Has dejado atrás tus problemas, se fueron por las
cañerías. Cuando creas que es tu cupo de expectativas está lleno. Apaga el
grifo. Túmbate y cierra los ojos. El agua irá bajando su nivel. Te sentirás
pesada. Pesada pero ligera. El agua no se va sin más, te acaricia en su
despedida y te recuerda que eres una persona nueva. Que tus tormentos se
ahogaron y que tus expectativas están llenas. Sigue así hasta que no quede ni
una sola gota de agua en tu bañera. Concéntrate en la música. No pienses en
nada más, solo en el vaivén del agua al despedirse de tus curvas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario