¿Cuándo
quedamos? Sabes de sobra que me gusta escucharte y más aún verte. Poner cara de
interés cuando hablas mientras pienso que es la mayor chorrada que he oído. Pero
sé que te gusta hacerte el interesante y yo te doy ese placer. Porque no pierdo
nada y tú te sientes importante, así piensas que aún ejerces ese poder sobre mí,
pero no es así.
Siento que
ya puedo leer tras de ti. Antes, un ambiente de interrogantes te envolvía. Una
niebla de peculiaridad, singularidad. Pensaba que ese haz escondía un tesoro
interno; pero ahora me doy cuenta de lo lejos que estaba de la realidad. Apenas
era… nada. Eso es, nada. Solo nubes superficiales. Un velo que nada cubría, sin
materia sustancial.
Tienes una
de esas fachadas que a cualquier publicitista gustaría tener. Vendes por ti
mismo. Eres un envoltorio bonito; que promete más de lo que tiene. Por dentro
estás vació roto, inconexo. Por eso cuando traspasas la niebla, sientes que un
ideal se desvanece.
Pero aún así siento la necesidad de perder mi tiempo contigo. Aún sabiendo de ti, más que tu mismo. Aún dándome cuenta de que la realidad está desvirtuada y eres como un cuadro de arte moderno.
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