No soy de nadie, ni de mi misma. A veces no me poseo, me descontrolo. Frecuentemente no necesito sustancias para perder el control de mi vida. Hay momentos en los que no sé lo que digo. En los que me contradigo y me contradigo una y otra vez. Pero, en cambio, hay días en que tengo las cosas claras, clarísimas, tan claras como el agua manando de una fuente en la abrupta montaña. Esos días me da por hablar. Por hablar y no callar aunque nadie me escuche. Y si no me escuchan, pues lo escribo; para que no se me olvide que a veces pienso, y pienso de forma profunda y disparatada.
Me gusta esta entrada así que te comento aquí :). Muchas gracias por ayudarme con lo del blog, por fin puedo seguirte. Yujuuuu! Un abrazo y a seguir dándole caña al blog!
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